viernes, 25 de mayo de 2007

El Pescador

Era una mañana caliente en otoño. Saúl acababa de terminar su devocional que hacía cada mañana; respiró profundamente el aire fresco de la montaña. El sol se reflejaba de la superficie del lago. Del pórtico de la cabaña Saúl podía ver a su hermano en el muelle de barcos.

Saúl pregunto, “¿Qué estas haciendo Juan?”

Juan lo miró y contestó, “Estoy pescando.”

Saúl miró a su alrededor y vio que el palo de pescar y la caja de Juan estaban en el muelle junto a él. Junto a la caja estaba una cubeta de agua del lago. Saúl le preguntó, “No quieres decir que estas apunto de ir a pescar?”

Juan dijo, “No, ya he estado pescando por media hora”

Saúl trato de no reirse y dijo, “Juan, no tienes una lombriz en el gancho y el hilo ni siquiera esta en el agua, ¿cómo puede ser que estés pescando?”

Juan sonrió, “es simple, ves que tengo mi gorra para pescar y mi chaleco salvavidas. Cuando los pescados naden por aquí, verán a un pescador sentado en el muelle y saltarán fuera del agua y caerán en la cubeta.”

Saúl se rió, “¡Juan, no vas a atrapar a ningún pez así! Tienes que poner una lombriz en el gancho y aventar el hilo al agua.”

Juan respondió rápidamente, “No me gusta tocar las lombrices, me dan asco. Odio quitar los pescados del gancho porque aveces me pican sus aletas”

Saúl dejo de reirse, “Juan, nunca atraparás a ningún pez solo con esperar que vean que eres un pescador, necesitas meter el hilo al agua. Vamos, te ayudo.”

Algunos Cristianos tienen pensamientos parecidos cuando se trata de alcanzar a otros con las Buenas Nuevas de Jesucristo. Algunos cristianos pienzan que la gente va a ver que van a la iglesia, que le ayudan a otros, o tal vez leen “Amo a Jesús” en la etiqueta engomada del parachoques. Este tipo de gente cree que cuando otros vean que ellos son Cristianos, empezarán a venir a la iglesia. Aveces puede ser difícil hablar con la gente y compartir tu fe. Tú puedes tener miedo de que se burlen de ti. Jesús nos dijo que vayamos a todas partes y compartamos las buenas nuevas con todos.

Necesitamos estar preparados para compartir las buenas nuevas cada que tengamos una oportunidad. Nos podemos preparar con leer nuestras Biblia y orándole a Dios. También es importante que tengamos una iglesia a la que atiendas regularmente, en la que puedas compartir tu fe con otros. Así que conoce a otros alrededor de ti y comparte las buenas nuevas con ellos.

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