jueves, 19 de abril de 2007

Sea las manos y los pies de Jesús


En Marcos 1:40-45, un leproso se acercó a Jesús y le rogó que lo limpiara. La ley decía que los leprosos no podían tener ningún contacto con las personas sanas. Tenían que gritar: «¡Impuro!» y mantenerse fuera de la ciudad.

Sin embargo, cuando este leproso se acercó a Jesús y le dijo: «Si quieres puedes limpiarme», Jesús no se alejó.
Para el asombro de todos, Jesús extendió su mano y tocó a este hombre que nadie había tocado durante años. Jesús no tenía que hacer eso; él sencillamente pudo haber sanado al hombre a través de su palabra. Pero en lugar de eso, extendió su mano para tocarlo, luego le dijo: «Sé limpio». ¿Se contagió Jesús de lepra? ¡No, todo lo contrario! Jesús estaba tan lleno de vida y salud que «contagió» al leproso con las buenas nuevas del reino de Dios.

Jesús era más contagioso con el poder y amor de Dios que lo que el leproso era con su enfermedad.
Si el Espíritu de Dios vive en su interior, usted también puede experimentar eso.

Usted puede ser un cristiano contagioso que también infecta a los demás con el poder y amor de Dios. Observe sus manos por un momento. ¿Qué tan a menudo las extiende para servir a alguien que está alejado de Dios?
El reino de Dios no se propaga generalmente por medio de predicadores que le hablan a gente extraña. Tampoco se propaga por medio de los medios de comunicación masiva.

El reino de Dios crece gracias al método que se ha utilizado por 2000 años: por medio de aquellos seguidores de Cristo que están convencidos de que la vida que Jesús ofrece es una perla preciosa. Por eso, van más allá de su círculo de amigos cristianos, desarrollan relaciones significativas, y llevan personas a Cristo. Una a la vez.
Nunca dé por sentado que la persona dirá «no» Jesús alcanzó a aquellas personas que habían sido rechazadas por todo el mundo: recolectores de impuestos, leprosos, pecadores, gentiles.

Los religiosos en el tiempo de Jesús estaban seguros que estas personas le dirían no a Dios, pero sorprendieron el orden religioso al decir sí. Nunca dé por sentado que una persona le dirá no a Dios porque es imposible saber lo que el Espíritu Santo puede hacer.
Desarrolle relaciones con aquellos que no conocen a Jesús para ganarles al Señor. Trate de cultivar una relación con alguien que trabaje en un restaurante que usted frecuente. Conozca gente en su gimnasio, escuela, taller, oficina. Invite a sus vecinos a su casa. Conózcalos. Ore por ellos. Sí es posible desarrollar amistades con personas no cristianas. Mientras sigue el ejemplo de Cristo y aprende a ser amigo de aquellas personas que no conocen a Dios.

Para leer, meditar y orar: Ezequiel 3:17-19

1 comentario:

monchi dijo...

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bendiciones

monchi