martes, 16 de octubre de 2007

Las tres gotas


El Alba pasó una mañana cerca de una camelia y oyó pronunciar su nombre por tres gotas cristalinas.
Se aproximo; luego posándose en el corazón de la flor, preguntó cariñosa: -¿Qué desean de mí, gotas brillantes? -¿Que vengas a decidir una cuestión - dijo la primera -. Somos tres gotas diferentes reunidas en diversos puntos. Queremos que digas cuál de nosotras vale más y cual es la más pura. -Acepto; habla tú, gota brillante.
Y la primera gota trémula habló así: -Yo vengo de las altas nubes; soy hija de los grandes mares; nací en el ancho océano. Después de andar por mil borrascas, una nube me absorbió. Fui a las alturas, donde brillan las estrellas, y de allá, rodando entre rayos, caí en la flor en la que descanso ahora. Yo represento al océano. -Habla tú, gota brillante - dijo el Alba a la segunda. -Yo soy el rocío que tiembla sobre los lirios; soy hermana de la Luna; soy hermana de las tinieblas que se forman en cuanto llega la noche. Yo represento al amanecer del día. -¿Y tú? Preguntó el Alba a la más pequeña. -Yo nada valgo. -Habla: ¿de donde vienes? -De los ojos de una madre. Soy una lágrima. -Esta es la de más valor, es la más pura. -Pero yo fui océano... -¡Yo atmósfera!... -Sí, trémulas gotas; mas esta fue corazón... Y el Alba desapareció por la región azul, llevando a la gota humilde ...


" Jehová es excelso, y atiende al humilde, mas al altivo mira de lejos " Salmos 138:6

Los que revelan el manso y humilde espíritu de Cristo, son considerados tiernamente por Dios. Nada pasa inadvertido para él. Tiene en cuenta su abnegación, su esfuerzo para exaltar a Cristo ante el mundo. Aunque esos humildes obreros puedan ser considerados con burla por el mundo, son de gran valor a la vista de Dios. No sólo los sabios, los grandes, los benefactores ganarán un pasaporte para entrar en los atrios celestiales, no sólo el obrero muy ocupado, lleno de celo y de actividad incansable.

No; el puro de corazón, en cuyos labios no ha sido hallado engaño; el pobre de espíritu, que es movido por el Espíritu de un Cristo que mora en él; el pacificador, cuya más alta ambición es cumplir la voluntad de Dios; éstos ganarán una plena admisión. Son las joyas de Dios y estarán entre aquel número de quien escribió Juan:

" Oí como la voz de una gran multitud... que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina! " Apocalipsis 19:6

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